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La desigualdad de la mujer indígena persiste


Medellín .- A pesar de todos lo esfuerzo y trabajos que se adelanta en la ciudad y en el país sobre los Derechos de las Mujeres Indígenas, la desigualdad de género, persiste en las comunidades, en los barrios y en las ciudades, consideramos que es una brecha grande, difícil de disminuir, por la poca formación humana y de emprendimiento con que cuentan las mujeres de las diversas comunidades Emberas que conviven dentro de la ciudad de Medellìn, Colombia, en la Comuna 10, la Candelaria, en el Barrio Colón, uno de los barrios centrales de la ciudad, donde llegan habitantes vulnerables en todos los sentidos.

Además que es una población que se encuentra en estado de pobreza paupérrimo, viven en medio de la basura y de la población consumidora de drogas y de la más diversas sustancias psicoactivas, al lado de los habitantes de la calle y durmiendo en inquilinatos, asinados donde sus vidas se mueven en la calle para ver si vende algunas de sus artesanías, para poder pagar la habitación y no dormir en la calle, con escaso y muchas veces sin ningún apoyo por parte de la administración municipal.

La coyuntura actual de las mujeres se caracteriza por la desigualdad en todos los ámbitos: ingresos, laboral, educativo, salud, familiar y político. Padecen las condiciones más desfavorables y asumen los mayores costos, algunos de ellos aceptados como “normales”, ya que la transmisión de conocimientos y valores reproduce la ideología dominante.

Se han realizado diversas actividades con las mujeres indígenas Emberas en la ciudad de Medellín, siendo la gran brecha el lenguaje, porque son pocas la lideresas que lo saben y desde luego no se cuenta muchas veces con recursos para apoyarnos con ellas. Por eso el acercamiento es de recreación con sus hijos e hijas o de elaboración de artesanías y estos momentos, por ejemplo, un grupo de esta comunidad están recibiendo una capacitación del ser, del hacer y del emprendimiento, por parte de la Secretaria de las Mujer de la ciudad.

La toma de conciencia de la discriminación que sufren las mujeres indígenas por parte de sus compañeros es grande y maltratante, son objetos sexuales y de reproducción, y por parte de la comunidad donde ellas están, las discriminan, no valoran, además algunos de los habitantes del sector las ven como “algo” que desvaloriza el sector, son señaladas por sus habitantes que son de extracto 1 y 2, las tratan como mujeres desaseadas, y ellas se refugian en pequeños grupos o en sus inquilinatos para alejarse de estos comentarios que ellas ya los saben interpretar, no son mujeres sordas, sino mujeres que se aíslan para no oír el lenguaje maltratante de los habitantes del sector.

Seguimos siendo una sociedad de apariencias, donde se vive el irrespeto, entre nosotras mismas, requerimos de mayor formación de integración, de respeto, pero para que ello se logre es necesario seguir formando en la capacidad de reconocernos como mujeres iguales, que necesitamos ser valoradas, autónomas y libres.

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